Dr. Laurence Brown

Ciencia, creacionismo y los grandes interrogantes de la humanidad

En algún momento de nuestras vidas, todos nos hacemos las grandes preguntas: “¿Quién nos hizo?” y “¿Por qué estamos aquí?”.

¿Quién nos creó? La mayoría de nosotros hemos sido educados más en la ciencia que en la religión, y a creer en el Big Bang y en la evolución más que en Dios. Pero, ¿cuál tiene más sentido? ¿Y hay alguna razón por la que las teorías de la ciencia y el creacionismo no puedan coexistir?

Preguntas importantes

El Big Bang puede explicar el origen del universo, pero no el de la nube de polvo primigenia. Esta nube de polvo (que, según la teoría, se juntó, se compactó y luego explotó) tenía que venir de alguna parte. Al fin y al cabo, contenía materia suficiente para formar no sólo nuestra galaxia, sino los mil millones de galaxias del universo conocido. ¿Y de dónde salió eso? ¿Quién o qué creó la nube de polvo primigenia?

Del mismo modo, la evolución puede explicar el registro fósil, pero se queda muy corta para explicar la quintaesencia de la vida humana: el alma. Todos tenemos uno. Sentimos su presencia, hablamos de su existencia y a veces rezamos por su salvación. Pero sólo los religiosos pueden explicar de dónde procede. La teoría de la selección natural puede explicar muchos de los aspectos materiales de los seres vivos, pero no logra explicar el alma humana.

La complejidad de la vida, el universo y la existencia de un diseñador

Además, cualquiera que estudie las complejidades de la vida y el universo no puede evitar ser testigo de la firma del Creador. Que la gente reconozca o no estas señales es otra cuestión: como dice el viejo refrán, la negación no llega a Egipto como un río. (¿Lo pillas? Negación, escrito “de Nile”… el río Ni… oh, no importa.) La cuestión es que si vemos un cuadro, sabemos que hay un pintor. Si vemos una escultura, sabemos que hay un escultor; una vasija, un alfarero. Así que cuando vemos la creación, ¿no deberíamos saber que hay un Creador?

El concepto de que el universo explotó y luego se desarrolló en una perfección equilibrada a través de sucesos aleatorios y de la selección natural es poco diferente de la propuesta de que, lanzando bombas en un depósito de chatarra, tarde o temprano una de ellas hará que todo explote y se convierta en un Mercedes perfecto.

¿Caos o acontecimientos controlados?

Si hay algo que sabemos con certeza es que, sin una influencia controladora, todos los sistemas degeneran en el caos. Sin embargo, las teorías del Big Bang y de la evolución proponen exactamente lo contrario: que el caos fomentó la perfección. ¿No sería más razonable concluir que el Big Bang y la evolución fueron acontecimientos controlados? ¿Controlado, es decir, por el Creador?

Explorando los orígenes de la complejidad en el universo y en nosotros mismos

Los beduinos de Arabia cuentan la historia de un nómada que encuentra un exquisito palacio en un oasis en medio de un desierto estéril. Cuando pregunta cómo se construyó, el propietario le dice que lo formaron las fuerzas de la naturaleza. El viento dio forma a las rocas y las arrastró hasta la orilla de este oasis, y luego las juntó dándoles la forma del palacio. Luego sopló arena y lluvia en las grietas para cementarlas. A continuación, unió hebras de lana de oveja en alfombras y tapices, maderas en muebles, puertas, alféizares y molduras, y las colocó en el palacio en los lugares adecuados. Los rayos fundieron la arena en láminas de cristal y las hicieron estallar en los marcos de las ventanas, y fundieron la arena negra en acero y le dieron forma a la valla y la puerta con una alineación y simetría perfectas. El proceso duró miles de millones de años y sólo ocurrió en este lugar de la Tierra, por pura coincidencia.

Cuando terminamos de poner los ojos en blanco, entendemos. Obviamente, el palacio se construyó por diseño, no por casualidad. Entonces, ¿a qué (o mejor dicho, a quién) debemos atribuir el origen de elementos de complejidad infinitamente mayor, como nuestro universo y nosotros mismos?

Comprender el papel de Dios y la justicia

Otro argumento para descartar el concepto de creacionismo se centra en lo que la gente percibe como imperfecciones de la creación. Estos son los argumentos de “¿Cómo puede haber un Dios si sucedió tal y tal cosa?”. El tema de debate puede ser cualquier cosa, desde una catástrofe natural hasta defectos de nacimiento, pasando por un genocidio o el cáncer de la abuela. No se trata de eso. La cuestión es que negar a Dios basándose en lo que percibimos como injusticias de la vida presume que un ser divino no habría diseñado nuestras vidas para ser otra cosa que perfectas, y habría establecido la justicia en la Tierra.

La posibilidad de la prueba de Dios y la justicia definitiva

Hmm … ¿no hay otra opción?

Podemos proponer con la misma facilidad que Dios no diseñó la vida en la Tierra para que fuera un paraíso, sino más bien una prueba, cuyo castigo o recompensa se tendrá en la otra vida, que es donde Dios establece su justicia última. En apoyo de este concepto bien podemos preguntarnos ¿quién sufrió más injusticias en su vida mundana que los favoritos de Dios, es decir, los profetas? ¿Y quiénes esperamos que ocupen los puestos más altos en el paraíso, sino aquellos que mantienen la fe verdadera frente a la adversidad mundana? Así pues, el sufrimiento en esta vida mundana no se traduce necesariamente en el disfavor de Dios, y una vida mundana dichosa no se traduce necesariamente en la bienaventuranza en el más allá.

Espero que, con este razonamiento, podamos ponernos de acuerdo sobre la respuesta a la primera “gran pregunta”. ¿Quién nos hizo? ¿Podemos estar de acuerdo en que si nosotros somos la creación, Dios es el Creador?

Si no nos ponemos de acuerdo en este punto, probablemente no tenga mucho sentido continuar. Sin embargo, para quienes estén de acuerdo, pasemos a la “gran pregunta” número dos: ¿por qué estamos aquí? En otras palabras, ¿cuál es el propósito de la vida?

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[1]Copyright © 2007 Laurence B. Brown

Se autoriza la reproducción gratuita y sin restricciones si se reproduce íntegramente sin omisiones, adiciones ni alteraciones.

Licenciado por la Universidad de Cornell, la Facultad de Medicina de la Universidad Brown y el programa de residencia del Hospital Universitario George Washington, Laurence B. Brown es cirujano oftalmólogo, oficial retirado del Ejército del Aire y director médico y oftalmólogo jefe de un importante centro oftalmológico. También es ministro interreligioso ordenado, doctor en divinidad y doctor en religión, y autor de varios libros de religión comparada y ficción basada en la realidad. Sus obras pueden consultarse en su sitio web, www.LevelTruth.com.

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